28.10.12

miguel ángel gara / los pájaros pican



El náufrago se bebió el mensaje.


Mejor que no olvidar la respuesta, recordar la pregunta.


La economía es el arte de subsistir con números.


Divídete por cero.


No es la pared la que me impide pasar sino la puerta.


Violencia es debilidad impuesta por la fuerza.


Si tú no ves la pobreza la pobreza te verá a ti.


Era tan pobre que en vez de un plato de ducha tenía un plato de lluvia.


El mito del vampiro trae implícita la tragedia del hambre.


Su eficacia era asombrosa, su eficiencia extraordinaria, pero lo despidieron por su escasa efectividad.


El imperio de la ley es una forma de llamar a la ley del imperio.


La dignidad es propia pero la indignación es siempre hacia los demás.


La peor plaga fue de faraones.


Hay épocas en las que hay que llorar menos y gritar más.


No es que se confunda lo urgente con lo importante sino que se confunde lo visible con lo importante.


La convención de sordos se celebrará en un auditorio cerrado.


Los parados fueron imparables.


Vuestra ecuanimidad más mi debilidad es igual a nuestra justificación.


El inconveniente de ser tu propio jefe es que eres también tu propio despedido.  


Pensaron que era una tormenta y en realidad era el invierno.


Cuando alguien dice que hace un trabajo que le gusta significa que le pagan por hacer un trabajo que le gusta.


A un clavo le aguarda su agujero.


Todos los patriotas parece que vivieran en la frontera.


Lo contrario de cualquier verdad es el ego.


Es más difícil que un rico entre por el ojo de una aguja si se niega a coser.


Todos los patriotas parece que vivieran en la frontera.


A los especuladores no les gustan tus especulaciones.


Un chivo es una cabra culpable.


Quién siembra mariposas recoge huracanes.


En los malos tiempos se escuchan mejor las risas.


Si el futuro no acude el pasado se nos echa encima.


Mirar ruinas es constructivo.




Miguel Angel Gara (Madrid 1970) colabora ocasionalmente en publicaciones literarias de España y Latinoamérica, y en especial en el portal literaturas.com, donde ha coordinado la sección de poesía y editado la revista Pata de gallo. También ha realizado labores de lectura y traducción para algunas editoriales españolas y suecas.

Ha publicado El libro de Sara (LF ediciones, 2005), Luz previa a la luz (Algaida, 2006), Gérmenes y momentos (Amargord, 2007), Calle (Amargord, 2008) y El desierto de agua (La Garúa, 2009).

Algunos de sus poemas figuran en varias antologías y ha recibido algunas menciones literarias, entre las que destaca el Premio Ciudad de Badajoz por Luz previa a la luz.

8.10.12

4 poemas de Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters


La editorial Bartleby aporta al panorama poético una nueva versión del clásico de Edgar Lee Masters (1868-1950). El poeta estadounidense alcanzó extraordinaria fama con la publicación de su Spoon River Anthology (1915, con casi una veintena de ediciones en ese mismo año). Jaime Priede nos regala una versión renovada en la que el lenguaje deja salir la osadía de esta obra inusitada. El autor alza a través de 250 epitafios imaginados las grandezas y miserias de los habitantes de un pueblo ficticio. Las razones del aviador ofrece como principio de una lectura ineludible los poemas referidos a los primeros cuatro personajes que siguen a una pieza inicial en la que evoca la colina en la que están enterrados.


Hod Putt

Aquí mi tumba, junto a
la del viejo Bill Piersol,
que se hizo rico traficando con los indios y que
acogiéndose luego a la suspensión de pagos
logró salir más rico que antes.
Harto yo de miseria y mucho curro,
viendo cómo crecían Bill Piersol y otros en opulencia,
una noche atraqué a un viajero cerca del Proctor`s Grove
y lo maté sin querer,
por lo que me juzgaron y colgaron.
Así me acogí yo a la suspensión de pagos.
Ahora, todos los que nos acogimos a ella, cada uno a su manera,
dormimos juntos, codo con codo.


Ollie McGee 

¿Os habéis fijado en un hombre mustio y cabizbajo
que deambula por el pueblo?
Es mi marido, que con secreta crueldad,
nunca confesada, me robó juventud y belleza.
Hasta que, llena de arrugas y con los dientes amarillos,
perdida la dignidad y de vergüenza humillada,
me bajaron a esta tumba.
¿Y qué creéis que le roe a mi marido por dentro?
¡La cara de la que fui y la otra que hizo de mí!
Las dos le están llevando al sitio donde yazgo.
Logro mi venganza después de muerta.


Fletcher McGee

Fue ella quien me robaba la fuerza a cada instante,
quien me robaba la vida hora tras hora,
quien me dejó seco como una luna enfebrecida
que va debilitando al mundo sobre el que gira.
Pasaban los días como sombras,
rodaban los minutos como estrellas.
Fue ella quien transformó la pena de mi corazón en sonrisas.
Era un trozo de arcilla por esculpir.
Mis secretos pensamientos se convirtieron en dedos:
se alzaron hasta su frente pensativa
y la marcaron con la arruga del dolor.
Dieron forma a los labios, le hincharon las mejillas
y le hundieron los ojos en cuencas de dolor.
Mi alma penetró la arcilla
luchando como el mismo diablo.
No era mía, no era suya,
tenía otra distinta, pero su resistencia
le modeló un rostro que odiaba,
un rostro que me daba miedo mirar.
Cegué las ventanas, eché los cerrojos,
me acuclillé en un rincón…
Pero entonces se murió y me dio caza.
Me dio caza para los restos.


Robert Fulton Taner

¡Si un hombre pudiera morder la mano gigante
 que le atrapa y destruye,
como me mordió a mí aquella rata
cuando hacía una demostración de mi trampa patentada
un día en la ferretería!
Pero un hombre jamás puede tomar venganza
del monstruoso ogro Vida.
Entras en la habitación, que es el nacer,
y no te queda otra que vivir, partirte el alma trabajando.
¡Ajá! Tienes a tiro el cebo que ansías:
una mujer rica con la que casarte,
prestigio, posición y poder en este mundo.
Pero hay obstáculos que vencer, cosas que hacer:
los alambres que rodean el cebo.
Por fin logras entrar, y entonces oyes unos pasos:
Vida, el ogro, entra en la habitación
(te estaba esperando y oyó saltar el muelle)
para verte roer el delicioso queso
clavándote sus ojos de fuego
con muecas y risas, burlas y maldiciones,
mientras tú corres de una esquina a otra en la trampa,
hasta que se harta de tu sufrimiento.


edgar lee masters (Garnett, Kansas, 1868  Melrose Park, Pennsylvania, 1950), poeta, biógrafo y dramaturgo estadounidense. Junto con otras figuras de la talla de Carl Sandburg o Vachel Lindsay, participó en el movimiento literario conocido como Renacimiento de Chicago.