16.9.13



emily dickinson / cuatro poemas
           

Después del verano,  vuelven los vuelos de esta vieja avioneta. Echaré de menos a mi hermano Jordi Doce, empeñado en otras aventuras. No obstante, él seguirá conmigo aconsejando y enriqueciendo como pocos pueden hacerlo.
            El primer vuelo no puede tener acompañante más silenciosa y, a la vez, sabia: Emily Dickinson. Si Whitman alumbró nuevos caminos con su voz de trueno y su antorcha de americano sin complejos, Emily encendió una vela que no podemos dejar de mirar en silencio. Recientemente, disponemos en Amargord Ediciones de toda su poesía traducida por Enrique Goicolea.
            Yo me atrevo con menos suerte a versionar cuatro poemas compuestos en torno a 1860 por la poeta de Amherst.



135

El agua se aprende por la sed.
Tierra firme ― por los Mares navegados.
El Éxtasis ― por el sufrimiento ―
La Paz  ― por el relato de sus batallas ―
El Amor ― por una lápida ―
Los Pájaros, por la Nieve.
                       



            258

Hay en la luz un cierto Sesgo,
Tardes de Invierno ―
Que oprimen como el Peso
De los Cantos de Iglesia ―

Una Herida del Cielo nos entrega ―
No nos hallaremos cicatriz,
Sino un cambio interior,
Donde los Significados están ―

Nadie puede enseñarlo ― Nadie ―
Es un Desaliento Sellado ―
Un luto imperial
Que del Aire nos llega ―

Cuando viene, el Paisaje escucha ―
La Sombra ― contiene el aliento ―
Cuando parte, es como ver la Distancia
En la mirada de la Muerte.




            721

Cae detrás de Mí ― la Eternidad ―
Frente a Mí ― lo Inmortal se precipita ―
Yo Misma ― su Frontera ―
La Muerte tan solo es deriva hacia el Ocaso,
Que se despeña en otro Amanecer,
Antes de comenzar el Occidente ―

Hay Dominios ― se cuenta ― más allá ―
De Perfecta ― Incesante Monarquía ―
Cuyo Príncipe ― no es Hijo de Nadie ―
Él Mismo ― su Dinastía sin Fin ―
Él mismo ― su propia continuidad ―
Divino Duplicado ―

Así pues, hay un Milagro frente a Mí ―
Y un Milagro a mi espalda ― y en el medio ―
Un Creciente de Luna sobre el Mar ―
La Medianoche al Norte ―
La Medianoche al Sur ―
Y en el Cielo ― un inmenso Remolino ―




            1114

El más extenso Fuego conocido
Ocurre cada Tarde ―
Sin sorpresa se avista
Avanza sin alarma ―
Sin dar noticia se consume.
Al Occidente toda una Ciudad
Se alza cada mañana
Para otra vez reducirse a cenizas.

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