17.1.14



luis colder / 7 poemas inéditos


Hace tiempo que Luis Colder, como un francotirador oculto y preciso, viene animando las redes sociales con poemas de imágenes rotundas y fuerza introspectiva. Los textos pertenecen a su poemario inédito Libro de agua.




COMODÍN DE LA PALABRA

     1

Palabra, guante que te protege
del engranaje del invierno,
y de ti.

     2

Palabra, sedimento de memoria,
sima de lo que siento
cuando te veo desierta
esperando el autobús
de la línea
recta.

     3

Palabra, que gira el derviche, la bailaora,
tu mano y el exprimidor de la noche;
sílaba con el peso de la sombra
que afina la realidad de las farolas
cuando llegas tarde con el último preso.


     4

Palabra tú, y la ilusión de incorporarle color;
dada está la posesión del mantra, lo mejor de mí,
y pagada la luz del recuerdo.


     5

Palabra sexo, experimento de la muerte,
invento para que la encales.




PULSO

Pulso sosegante en el astillero
de la mañana, fragmentos de ti
a la deriva de las máquinas,
esperando en el andén del viento;
quietud amable la del corazón
cuando ha hecho las paces
- y el amor - con todo los pedacitos
de tu universo.




DUELO

De espa(l)das al resplandor, siempre,
como un cuerpo que ha completado
su trabajo, dormido para nunca,
en penumbra, acompañado por
el duelo del zumbido acondicionado
del aire, y el frío eterno.




TIERRA

La tierra se asombra de la raíz, del segundo
que recorre el sendero de las encinas;
piensa en ti, labrador de palabras,
que siembras tinta en el vientre
de la hojarasca, en la corteza de la tradición
de sentirte Dios caprichoso fusilando
verbos en las tapias blancas de la amanecida.

La tierra juega con la gravedad de soportarte,
asume que volverás aunque te subas a las nubes
y a su codicia de atravesar fronteras; sabe esperarte
aunque llegues tarde surcado por las simas
del amor al musgo de las últimas verbenas.




MONITOR

Parpadean las vocales
al fondo
del poema,
el mundo estático sirve
pájaros
que saltan
de rama en rama,
y estás contento
porque
la policía no sospecha
de tu afición
a la felicidad
de estar
vivo,
y contarlo.




CUESTIÓN

Salgo de la librería, pienso en las miles
de librerías en las que he entrado,
me pregunto qué busco, qué mensaje
secreto necesito encontrar
para sentirme vivo;
hoy no ha habido suerte,
me duele la cabeza
y las páginas de un manual
de estética dicen
que soy demasiado mayor ya
para el ejercicio de la coquetería
de la palabra.




GLOSARIO

Leo la sura abierta de tu sexo,
pasa la eternidad - ahí afuera -
tejiendo destinos con latas
carbónicas y miradas de casta.

La materia se entretiene, levanta
el slogan de tu piel bronceada
desde un hígado que no digiere
la utilidad de amar a la vida.

El tiempo, cada vez más solo,
busca otros cuerpos
en los que consumirse.




luis colder (Monforte de Lemos, 1962) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Santiago de Compostela y autor de los poemarios Gran Sol (2001) y Libro de agua, de donde se extraen los poemas que aquí se ofrecen.




2.1.14



Paseando con Verlaine / 3 poemas      

Volver a Paul Verlaine. Una mayoría de los lectores de Las razones del aviador no hallará necesidad alguna. La poesía hispánica actual no tiene a Paul Verlaine por maestro, ni siquiera por uno de sus grandes autores. No fue un revolucionario del mundo poético. Sus méritos no son los de su admirado predecesor Baudelaire ni los de su protegido Rimbaud ni los de su coetáneo Mallarmé. Pero sus mejores poemas no resultan acartonados ni huecos. Cuando repite obsesivamente una idea, cuando reafirma enérgicamente lo dicho en versos anteriores, cuando se exige valor y se anima para evitar las tentaciones, va más allá de la maestría métrica y plasma la intimidad del hombre atormentado y, a la vez, cínico que fue. Además de convertirse en maestro de nuevas generaciones, mostró la sensibilidad suficiente para plasmar ambientes, captar la vivacidad de los colores y formas de las cosas, y con frecuencia mostrarnos ácidamente la mediocridad de nuestra vida. Su trayectoria literaria ofrece, como pocas, una coherencia radical entre vida y escritura. Tal vez, por ello merece un puesto destacado en los albores de la modernidad poética.
            Con él, con su protagonista poético, pasearemos por un desabrido París y por la orilla de un estanque crepuscular y por una feria en Bélgica (que visitó en su loca fuga con Rimbaud).
Las dos primeras composiciones, pertenecientes a Poemas saturnianos (1866), ofrecen dos líneas fundamentales de la poesía simbolista. Por una parte una instantánea del poeta en medio de la ciudad y una “pintura” poética de un estanque, al modo en que lo haría el gran pintor Monet. En ambos casos, el poeta es un paseante (flâneur) que se siente atraído poéticamente por el lugar y el momento por los que transita. En «Croquis parisiense» aparece el poeta en la ciudad desapacible y gris del invierno parisino, vulnerable a sus sueños de un mundo ideal (el de la antigüedad griega). En el poema, Verlaine parece mofarse un tanto de su propia ingenuidad. Ese tono un tanto burlón desaparece por completo en la bella estampa del jardín acuático que atrae al poeta por sus sonidos y colores hacia un sentimiento de belleza y misterio. Pero, además, el poema ofrece una impecable factura técnica pues, como el paseante que camina en círculos en torno al estanque, los versos trazan círculos en los que un detalle, a modo de ritornello, abre y cierra un periodo, y hasta el poema completo («sobre las aguas quietas» cierra el primero y el último). Como en los cuadros de los impresionistas, en ambos poemas se escribe como a pinceladas sueltas, ofreciendo sólo algunos detalles, de la ciudad y del jardín, que buscan sugerir más que describir todos y cada uno de los elementos de la escena. Las versiones van a cuatro manos: Hubert Bailleul / José María Castrillón.


ESBOZO PARISINO

La luna su color de cinc vertía
sobre ángulos obtusos.
Trazando un negro cinco humo salía
denso de los tejados puntiagudos.

El cielo estaba gris. Lloraba el cierzo
parecido a un fagot.
Lejos, discreto un gato frïolero
maullaba con extraña y rota voz.

Vagaba yo soñando con Platón
el divino, y además
con Fidias, Salamina y Maratón,
bajo el guiño azul de un farol de gas.


PASEO SENTIMENTAL

El ocaso lanzaba excelsos haces de luz
y la brisa mecía los pálidos nenúfares;
los grandiosos nenúfares en medio de los juncos
tristemente alumbraban sobre las aguas quietas.
Yo vagaba solo, paseando mis heridas
a orillas del estanque, por la hilera de sauces
donde la tenue bruma asemejaba un gran
espectro blanquecino que se desesperaba
y se lamentaba con la voz de las garcetas
que unas a otras se llamaban batiendo las alas
por la hilera de sauces donde vagaba solo
paseando mis heridas; y el espeso lienzo
de las tinieblas vino a ahogar los excelsos
rayos del atardecer  en sus ondas pálidas
y en aquellos nenúfares en medio de los juncos,
los grandiosos nenúfares sobre las aguas quietas.


Este tercer texto era uno de los favoritos de Pío Baroja. El poema aborda una escena de feria en la que un tíovivo gira y gira en apariencia alegre y emocionante. Es un poema ácido, en el que Verlaine subraya la mentira que alegra unas vidas mediocres e hipócritas.  No se ha podido conservar la rima abrazada entre el primer y el cuarto verso de cada estrofa y los dos versos interiores que refuerzan aún más la idea del balanceo. Uno de los méritos del poema es dejar su sentido abierto tanto a los animales que dan vueltas, como a la gente que trata de llenar su vida hueca entre la torpe alegría del gentío.  Todos seríamos esos caballos que giran en el enorme engaño sin sentido que serían nuestras vidas.


CABALLOS DE MADERA
Por Saint-Gilles,
vuelve acá
mi ágil
alazán
Victor Hugo
Girad, girad, caballos de madera,
Girad, girad, cien vueltas y otras mil,
girad , una y otra vez, girad siempre,
girad, girad al son de los oboes.

La gorda criada, el gordo soldado
como en su cuarto están en vuestros lomos;
porque, hoy, en el bosque de la Cambre,
ellos mismo sus propios amos son.

Girad, caballos de su corazón,
girad, mientras en torno a vuestros duelos
guiña el ojo el pilluelo malicioso,
girad al son del victorioso émbolo.

Es admirable cómo esto os embriaga,
¡ir así en este estúpido circo!
Bien a gusto la tripa y aturdidos,
tanto mareo y tan grato placer.

Girad, girad, sin que haga falta ya
utilizar jamás espuela alguna
que guíe vuestro galopar redondo,
girad, girad, sin esperanza de heno.

Daos prisa, caballos del espíritu,
pues ya la noche está cayendo, noche
que va a unir palomo con paloma,
lejos de la Señora y de la feria.

¡Girad, girad!, el aterciopelado
cielo de astros dorados va vistiéndose.
Ved cómo los amantes ya se van.
Girad al son alegre de tambores.