26.3.15



javier pérez walias / 5 poemas

Protagonista de una sólida trayectoria poética, la poesía de Javier Pérez Walias mantiene el compromiso poético primordial: la palabra penetra en las cosas y la vida enciende el lenguaje; y alcanza su objetivo −en palabras de Eduardo Moga− con la ayuda de un «cincelado metafórico [que] atraviesa los poemas sin privarlos de enjundia figurativa, pero repujándolos con una intensidad infrecuente». Este puñado de poemas forma parte de Otrora (Antología poética, 1988-2014), Madrid, Calambur, 2014.



           

Nada importa sino el signo,
el símbolo de lo inconcreto,
el nombre que a oscuras te di
contemplando el retorno de la miel.

Nada importa,
ciertamente, sino el limo
y el aceite del vocablo bien trazado
como un labio de aurora
hecho poro o línea.

Nada importa
porque es preciso el abandono
y la tibia desnudez de lo mutuo.

            De Impresiones y vértigos de invierno, 1989.

           


           
Nombres, jardines

En mi memoria
quedó
para siempre
tu oscurecido rostro
por el invierno
y aquel serenísimo
brocal
de tu boca
humedeciéndome la estancia
¿nombres, jardines? ¿recuerdas?

Pero también
una mirada doble
(doble en la retina)
quedó
como Fe
candente, anónima
engendrándome en el humus
de la inocencia
el inocente musgo
de las palabras.

            De Ceremonias del barro, 1988.

           


(Escúchalo bien, tú que me escuchas ahora entre
los dos extremos de este segmento
                                               que es la vida y la muerte.)

            De Versos para Olimpia, 2003


           

            Expi[r]ación

   Poco antes de morir me dijo:
   Es hora de saborear el frío del invierno en nuestras bocas, de acariciar la transparencia nevada del cristal con la punta de nuestras lenguas.
   Es hora de escribirle el último poema a algún rezagado de la vida.
   Es hora de cerrar la puerta con siete cerrojos de silencio, con un punto y aparte de nuestra ausencia.
   Es hora de poner una flor en agua bendita, detrás de la última vocal acentuada.
   Es hora de embarcarnos hacia las islas de poniente.
   Es hora de ordenar las mareas azules, las huellas que dejaron nuestros dedos sobre el alma envenenada de los vasos.
   Es hora de buscar la luz entre las cosas y tus labios.
   Es hora de arrojar por la borda el equipaje.
   Es hora de irnos
   con lo puesto.

                     


            Violette

24-12-1958 / 23-1959
[Cementerio Inglés de Málaga]
…ce que vivent les violettes.

   Con la certeza de cualquier hombre que es capaz de apresar un rabo de nube o un ala de mosca en su memoria,
   os digo
   que deseo que la poesía sea el patio encalado de la casa donde el lenguaje salte a la comba,
   que la poesía sea el fuego purificador de la danza del trompo con su aguijón de pájaro,
   que la poesía sea el cincel sutil del cantero en el postigo de la luna para colgar el taparrabo de Lucifer, el sombrero amarillo del hombre que cuida de nuestro jardín y de su cáncer.
   Os lo digo
   para que ningún alfiler de luz caiga en el costurero hondo de las sombras, para que nada, nada de lo que no debe ser olvidado, se desmorone como se desmorona el amor bajo un cielo cubierto
   o la brevedad de una violeta en una pequeña tumba junto al mar.

                        De Al Qarafa, 2014

           


javier pérez walias (Plasencia, 1960) es autor, entre otros títulos y colaboraciones, de los siguientes libros de poemas: Ceremonias del barro (Málaga, 1988), Versos para Olimpia (Málaga, 2003), Los días imposibles [tres figuraciones] (Madrid, 2005], Arrojar piedras (Sevilla, 2011) y Al Qarafa (Mérida, 2014). Otrora (Calambur, 2014) constituye una antología reciente de toda su obra publicada hasta la fecha.


           



6.2.15

Poesía en Colombia


poesía en colombia
horacio benavides / rubén darío lotero

Dos poetas para la poesía colombiana. Dos miradas imaginativas, la de Benavides, transformadora; la de Lotero, escrutadora (¿o será al revés?). Las Razones del Aviador promete una segunda entrega de poetas colombianos.

horacio benavides

La puerta del poema

Entra ahora
que la casa está a solas
entra en punta de pies
mientras los otros rezan

Guárdate el rebuzno
y la descomunal hombría
animal de Dios

Aquí eres el otro
fray asno de Egipto

Pon esa cara de burro
casi triste



Sueño

Ser una fea oruga
cerrar los ojos
dormirse en el capullo

despertarse
mariposa



Murciélago

Bébete la noche
extensión de gracia
para la feliz letanía
de tus alas

Sobrevuela la bestia dormida
abanícala con tus párpados
lame en su lomo la linfa
el palpitante ojo del agua

Y ármate contra el mundo
mendigo dios de la dicha
que ya viene el día



Dios nos guarde

Este animalito plano y pequeño
como un grano de lentejas
se hace el muerto

Acaso Dios
que es el conductor de las galaxias
el guarda de los agujeros negros
poniendo sus ojos en lo insignificante
le sopló su salvación

O el muy listo
solo en su guarida
llevándose la mano a la cabeza
ideó el plan

O este animalito también es Dios
la punta de un cabello de Dios


Horacio Benavides (Bolívar, Cauca, Colombia, 1949), entre otros títulos, es autor de Orígenes, (1979), Las cosas perdidas (1986), Sombra de Agua (1994), Sin razón florecer (2001) y La serena hierba (2011, Premio Nacional de Poesía). Poemas de la antología Como acabados de salir del diluvio (Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2013)






rubén darío lotero


Hoy

Hoy no hubo un avión en el cielo
ni un carro varado en la autopista
ni una película en el teatro
ni el recuerdo de un verso
Y todo quedó a un lado
como un matorral que no se observa
como una pared que no se mira
como un techo que no se siente
pero se sabe que están ahí
sosteniendo la vida



Bifloras

Madre
sufres allí acostada en la cama
y nosotros
sentados cerca de las puertas
y ventanas
tratamos de sorprender
a la muerte
si entra o sale
pero sólo el viento salta
el muro del patio
y corta tus bifloras



Silencio

¡Qué silencio el de esta noche!
¿Dónde están los cohetes que anunciaban
la fiesta en el barrio cercano?
Sólo se escucha ese enloquecedor zumbido de la nada.
Esa chicharra de lo eterno que nunca acaba.



Consejo

Ama lo más cercano:
la sinuosa geografía de tus cobijas
la vieja mesa que te acompaña
los hermanos gemelos de tus zapatos
y el trago de agua que bebes
en alguna hora de la árida noche



rubén darío lotero (Medellín, 1955) es autor de los libros de poesía Camino a casa (2003) y Poemas del metro (2011), entre otros trabajos. Textos de la antología Poemas para leer en el bus (Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2014).