El claro en el seto
A Prytherch, ese hombre, el de la gorra rota,
le veía a menudo enmarcado en el claro
entre dos avellanos, los ojos vivos,
brillantes como espinos, contemplando la luz
pálida y amarilla que cubría el valle
al amanecer, donde el rocío despedía un halo
de bruma gris sobre las ovejas y los corderos.
¿O era una apariencia que, con vigoroso trazo,
dibujaban las ramas sobre aquel trozo
desnudo de cielo? Porque allí sigue,
a primera hora, cuando la luz es buena
y, de pronto, al pasar un ave, alzo la vista.
De An Acre of Land (1952)
∆
Navidad en la colinas
Vinieron por la nieve a la nieve
aún más pura del pan, lo sobaron
con sus manos enormes, acercaron sus labios
como bestias, la mirada fija en el oscuro cáliz
donde brillaba el vino, les supo acre
en la lengua, temblaron como quien recuerda
un pecado y escucharon al amor llorar
momentáneamente en el pesebre de su corazón.
Se levantaron y volvieron a sus pobres
tierras, desnudos bajo la inhóspita luz
de diciembre. Su horizonte se contrajo
al pequeño campo sembrado de piedras
y al árbol, donde la intemperie clavaba
el cuerpo horrorizado que había pedido nacer
∆
El combate
No tienes nombre.
Hemos luchado contigo todo
el día, y ahora se acerca la noche,
la oscuridad de la que surgimos
buscando; anónimo,
te retiras y nos dejas curando
las contusiones y huesos dislocados.
No hay remedio para el fracaso
del lenguaje. Los físicos
nos dicen cuánto mides, los químicos
los ingredientes de tu
pensamiento. Pero nadie dice
quién eres, ni por qué
habrías de abordarnos
en las inocentes marchas
de vocabulario y azotarnos
con tu silencio. Morimos, morimos
sabiendo que resistes infinitamente
en la frontera del gran poema.
De Laboratories of the Spirit (1975)
∆
Encorvados
La cabeza inclinada
sobre las entrañas,
sobre el manuscrito, sobre el
bloque, sobre las hileras
de nabos.
¿No levantan nunca la vista?
¿Qué les hace pensar
que arrodillarse
es rezar?
Se trata de andar erguidos
al sol.
¿Fue el peso de la mandíbula
lo que encorvó sus espaldas
y mantuvo su visión
por debajo de la línea del horizonte?
Tardaron dos millones de años
en enderezarlas,
pero siguen encorvados
sobre los mapas, los instrumentos,
la mesa de dibujo,
el ombligo matemático
que es el guiño de Dios.
De Between Here and Now (1981)
Ronald Stuart Thomas (1913-2000) fue poeta y pastor de la iglesia anglicana en parroquias cada vez más remotas del país de Gales. Su obra poética comienza con The Stones of the Field (1946) y termina, cincuenta años más tarde, con No Truce with the Furies (1995). En español, puede leerse Antología poética (Ediciones Trea, 2008, edición bilingüe, en traducción de Misael Ruiz Albarracín).
En sus primeros poemas, marcados por su experiencia en pequeñas comunidades rurales, se irrita y compadece a un mismo tiempo de los campesinos, describe sin complacencia la actitud adocenada de sus feligreses y, en conjunto, ofrece un retrato desolador del medio que reivindica. Durante veinte años y dieciocho poemas alimentó la figura de Iago Pryterch, un campesino incapaz de oponerse a su destino. El personaje, fruto del fracaso del poeta por hallar un héroe rural, es, a pesar de todo, un «vencedor en la batalla». A partir de los años setenta, su poesía se volvió más introspectiva y filosófica. R.S. Thomas pasó los últimos años de su vida en Aberdaron, al oeste de Gales, frente a al santuario ornitológico de la isla de Bardsey. En 1996 fue nominado para el premio Nobel de literatura.
En sus primeros poemas, marcados por su experiencia en pequeñas comunidades rurales, se irrita y compadece a un mismo tiempo de los campesinos, describe sin complacencia la actitud adocenada de sus feligreses y, en conjunto, ofrece un retrato desolador del medio que reivindica. Durante veinte años y dieciocho poemas alimentó la figura de Iago Pryterch, un campesino incapaz de oponerse a su destino. El personaje, fruto del fracaso del poeta por hallar un héroe rural, es, a pesar de todo, un «vencedor en la batalla». A partir de los años setenta, su poesía se volvió más introspectiva y filosófica. R.S. Thomas pasó los últimos años de su vida en Aberdaron, al oeste de Gales, frente a al santuario ornitológico de la isla de Bardsey. En 1996 fue nominado para el premio Nobel de literatura.
.
Por cortesía del editor y del traductor Las razones del aviador ofrece tres poemas procedentes de la mencionada antología y uno inédito, «El claro en el seto».
Que buen blog, realmente me encanto llegar a i y tus buenos escritos, un saludo.
ResponderEliminar