alberto santamaría / dos
poema inéditos
Un recuerdo banal podría haber anclado
estos poemas a una suerte de fondo elegíaco complaciente y circular; y sin
embargo el autor traza líneas desde el pasado que alcanzan el presente hasta
articularlo en formas de ansiedad (cuestionamiento propio) y reconocimiento de
nuestra situación en el mundo.
¶
UNA COCA-COLA
CONTIGO (AFTER FRANK O´HARA)
Yo estuve en Alaejos
mientras
el sol
depuraba
a los
estúpidos hombres
que se
depilan el pecho. Yo estuve,
allí donde
la tierra nada dice
entre
camiones de puertas oxidadas
que
levantan
una tierna
piel de polvo
de camino
al menú del día. En realidad,
una sombra
aquí equivale al mordisco
de un
cuerpo
débil
apenas
nutritivo. Tomar una coca-cola
contigo en
Alaejos es como devolver
al tiempo
todo el metal prestado, como
devolver
vida
a lo que
eternamente se repite.
Un
ciclista detiene sus pies
sobre la
tierra
como un
bello inquisidor
reclama
agua del cielo
en
Alaejos,
siempre en
Alaejos…
¿Cómo
regresar allí de donde nunca debimos salir?
¶
EL ÚLTIMO REY DE
AMUSCO
El aire se adueña de los postes
de la luz
con un
temblor
que nos
vuelve desgraciados.
El vino
aplaza su destino
en el
aliento
que
dispara su lengua
hacia el
centro de la plaza.
Yo fui
dueño del palomar
junto a la
autovía y ahora dibujo
círculos
con un palo
sobre la
tierra seca. ¿Quién si no yo
puede
hablar del destino? ¿Quién mejor que yo
puede
desafiar a la suerte
entre
ruedas de madera y aleros
de metal?
La felicidad,
como la
vergüenza,
no visita
a sus hijos sin exigir
un
sacrificio. Inclinado
en busca
de cebollas su espalda
da sentido
al paisaje. No escribir más.
Esperar
que otro sea quien
comulgue
con la nada. Que otro sea
quien
talle el desequilibrio que la música
electrónica
deja en los maleteros abiertos
a las
afueras de la noche. En esa simpleza
reside el
placer de lo que ocurre
sin que
nadie lo vea. Pasar
de un
instante a otro sin depender
del óxido
que todo lo tiñe. Yo fui
dueño del
palomar y perdí
un
ciclomotor en las verbenas
de San
Áspide. Descender al infierno
—con su
música de latas vacías—
sería
parecido entonces a confiar
en que
esta historia
pueda ser
narrada; confiar
al fin
en la
posibilidad
de decir
paisaje
—trazar su
existencia—
y olvidar
que nada
sucede sin nosotros.
¶
Alberto Santamaría (Torrelavega, 1976). Ha publicado los
siguientes libros de poesía: El orden del
mundo (Renacimiento, 2003), El hombre
que salió de la tarta (DVD ediciones,
2004), Notas de verano sobre ficciones del invierno (Visor, 2005), Pequeños círculos (DVD ediciones, 2009) e Interior
metafísico con galletas (El Gaviero
ediciones, 2012).
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