formas de resistencia /
una entrevista a miguel casado
Esta
entrevista presenta como horizonte de conversación el último libro ensayístico
de Miguel Casado, La palabra sabe. El
texto aparece seguido y acompañado de dos poemas suyos citados en una de las preguntas,
y cuya reproducción queremos agradecer a su autor y a sus editores.
¶
LRA.- La palabra sabe
(Ed. Libros de la resistencia, 2012) recoge ensayos críticos sobre temas
diversos y sobre varios autores (Rimbaud, Machado, J. R. Jiménez, Valente, Gamoneda,
Ullán…). Pero ofrece, sin duda, una articulación en torno a una serie de
cuestiones. Y una de ellas, si no la principal, se sustancia en repensar el
concepto de «autonomía del lenguaje poético». Aceptando la oportunidad de tal
distinción, propones, sin embargo, una relación más rica entre realidad y
palabra. ¿Podrías esbozar este replanteamiento de la cuestión?
Sí, yo diría que La palabra sabe reúne, por un lado, una
serie de lecturas particulares tanto de poetas concretos como de cuestiones
teóricas, y, por otro, tiende algunos hilos que comunican unos ensayos con
otros. Así, el vínculo entre palabra y realidad, la búsqueda de un tipo de
pensamiento negativo que funcione como espacio de libertad y crítica, las
coincidencias y contradicciones entre lo personal y lo político, o entre la
biografía y la materia de la vida, o entre las poéticas y la escritura de los
poetas, el viejo tema del alma y el cuerpo, la experiencia del tiempo, etc.
De algún modo, el vínculo entre palabra y
realidad al que te refieres lo veo en ese contexto y no es fácil aislarlo.
Aunque vengo ocupándome de ello desde hace tiempo, quizá el ensayo inicial de este
libro, para el que retomo el título
de Francis Ponge (“Tomar partido por las cosas”), sea el intento más
sistemático de tratarlo. Lo vario del planteamiento, que reúne la discusión de
algunos problemas teóricos y de las posiciones mantenidas acerca de ellos con
el análisis de una serie de poemas o fragmentos, hace difícil resumirlo. Me
limitaré entonces a nombrar algunos elementos.
El punto de partida es el discurso de los
formalistas rusos, centrado en la obra de Shklovski; esto me lleva a señalar,
primero, cómo la unidad inseparable entre forma y contenido que se da en el
poema, no supone en absoluto la falta de un contenido o de una relación con la
realidad, ni la existencia de alguna clase de forma vacía. En esta línea, y en segundo lugar, me fijo en la idea
de extrañamiento de Shklovski, que se
daría –para él– en cualquier rasgo textual, de la índole que sea, que permita
recuperar la nitidez perceptiva, liberar la lengua y la realidad de los códigos
que las asfixian y manipulan.
Hay, así, en mi texto una posición afirmativa
de la autonomía del poema (del arte) y otra interrogativa, reflexiva, algo
distanciada del modo en que se suele afirmar. Creo que es preciso defender la
autonomía del poema frente a las heteronomías, es decir, los criterios o
valores externos a él que tratan de regirlo, llámense mensaje político o forzada
doctrina de escuela; el poema es crítica del lenguaje, búsqueda de un lugar
singular de lengua-mundo, y ni su riesgo ni su medida vienen dados por las
ideas que exprese o por el personaje que pueda aparecer en él o por sus
compromisos y deudas extrapoéticos. Pero, al mismo tiempo y por el contrario, pienso
que el principio de la autonomía puede cuestionarse en cuanto a la relación
entre palabra y realidad: comparto la idea de que la realidad no está dada,
sino que se va construyendo en el poema, pero, en efecto, se va construyendo, se
va percibiendo ahí; numerosos gestos del poema señalan a la realidad, se
vinculan con ella: es imposible pensar el poema sin una base referencial
fuerte, sin reconocer que la lengua que habla en él se refiere a lo real. Muy
sucinta y esquemáticamente, por ahí irían las cosas.
LRA.- A propósito
de esa relación, de la crudeza de lo vivo, de su penetración en la lengua
poética, ¿ha opuesto resistencias propias la tradición poética española?, ¿ha
sido menos o más permeable que otras?
Tendría que decir que soy muy
escéptico respecto a la existencia de una “tradición poética española”: ¿qué nombraría?,
¿qué abarca?, ¿la poesía escrita en castellano en España?, ¿la poesía escrita
en español en el mundo? Pienso que toda tradición está fragmentada por
conflictos y contradicciones que impiden tomarla como un conjunto –y, si no se
la toma así, quizá el sentido de tu pregunta se vacía o se traslada.
Tal vez una de las líneas de evolución de la
poesía moderna, a partir del Romanticismo y el Simbolismo, ha sido el
predominio de mecanismos analógicos en sus diversas formas, de la metáfora a la
imagen que, por motivos para mí desconocidos, suele llamarse irracional. Esto ha llevado, con el
tiempo, a una codificación y a una serie de desplazamientos de sentido que
parecen de signo metafísico, de modo que la realidad, en vez de construirse,
retrocede. Este fenómeno afecta a todas las “tradiciones” –podría decirse que,
cuanto más convencionalmente realista
es una poesía, más pesan los códigos y más retrocede en ella la realidad– y encuentra
también en todas las “tradiciones” formas de resistencia. En mi trabajo crítico
trato de detectar esas formas de resistencia, mostrarlas y escribir sobre
ellas.
LRA.- Releyendo
tu obra poética, he creído percibir esa preocupación por la penetración del
detalle vívido, objetivo. Podría mencionar varios textos, así, p. e., «Es una
noche de lluvia…» (en Tienda de
fieltro, 2004), pero igualmente en la
sección “Para una teoría del color” de Invernales (1985), tu primer poemario. Tal vez con menos evidencia en esta
segunda y temprana obra, aunque, p. e., en el poema «Cuando se acerca marzo»
irrumpe de pronto con fuerza la imagen entre esqueletos de geranios. [Se reproducen ambos poemas citados tras la entrevista] ¿Has sido
consciente en tu discurso creativo, en tus poemas, de esta preocupación, de
esta veta?
Suelo decir que los poemas
saben más que el poeta. Respecto a tu pregunta, esto querría decir que la
escritura de poesía descubre las cosas antes que la crítica o la teoría, que
estas aprenden de aquella y no al contrario. Por otro lado, es verdad que la
escritura reflexiva acerca de la poesía permite hacer más conscientes algunos
procesos que han intervenido en los poemas; el poeta es consciente de lo que
hace, pero no necesita formular esa conciencia en una lengua distinta a la del
poema; el crítico sí la formula; tal vez uno potencia al otro.
LRA.- Mientras
leía los ensayos, en especial el primero, donde te ocupas más decididamente de
este asunto, me inquietaba la suposición de que el problema realidad material vs lenguaje poético no se expandiese
hacia la dicotomía ciudadano vs sujeto poético. Pero, claro, este desarrollo aparece más adelante y a propósito de
más de un autor, aunque de forma directa en referencia a la obra poética de
Antonio Gamoneda. En la línea matizada que ya has esbozado, ¿cabe, entonces,
preguntarse por la validez crítica de un biografismo filtrado, reformulado?
¿Qué alcance tendría en la poesía?
No sé si entiendo bien el
sentido de esa inquietud; es como si hubiera un desarrollo debido o esperable, desde
algún punto de vista, y se decepcionara una expectativa al no atenerse a él.
Por otro lado, ¿hay una oposición fundamental entre ciudadano y sujeto poético?; supongo que te refieres a la voz del
poema, a un sujeto enunciativo, pero tanto este término como el concepto de ciudadano llevan ya incorporada su
propia perspectiva, su teoría. Y la separación entre ambos planos no la veo
necesariamente negativa; por ejemplo, me interesan política y poéticamente más
los poetas que participaron de modo activo en el 15M y siguen en los
movimientos sociales, aunque sus poemas no hablen de ello, que los poetas que
se apresuraron a presentarse en la prensa como la voz poética del 15M y a
publicitar los poemas que lo tematizaban.
Y, ya que me refiero a lo temático, no me
parece que los temas sean importantes en la poesía; ni lo biográfico ni ninguna
otra clase de tema. Me interesa el trabajo que hace la poesía a la vez con la
lengua y el mundo, inseparables; me interesan las propuestas de lengua y de
mundo que, inseparables, surjan de ahí. Todos los temas valen, dan igual.
LRA.- Hemos comentado con brevedad ineludible las
relaciones palabra-objeto y ciudadano-sujeto poético. Me gustaría llevar estos nudos del
análisis crítico a la “historiografía” de la literatura, en especial de los
textos poéticos. Parece claro que algunos modelos, cómodos pero imprecisos
–incluso falsificadores-, han quebrado en el relato de la historia
literaria. ¿Sería posible plantear tal
historiografía a partir de núcleos problemáticos como los tratados arriba? De
otro modo, ¿sería viable y conveniente la articulación del relato
historiográfico en torno a los poetas cuya obra haya ofrecido una respuesta
singular y decisiva a estos – y otros − nudos teóricos?
El
objeto de la crítica es la singularidad del poema o del poeta, lo que le hace
ser él, distinto; y no buscar las semejanzas entre unas obras y otras que,
mediante la simplificación y los comunes denominadores, preparan la cómoda y
falsificadora tarea de la clasificación y la agrupación. De modo que la
articulación del relato histórico requeriría un trabajo previo de crítica muy
amplio y serio, una crítica pegada a los textos, concreta en su lectura de los
autores y autoras, sin premisas teóricas previas que deban imponerse a los poemas
según se va leyendo. He trabajado durante muchos años en eso: profundizar en la
obra de buen número de poetas que me parecían necesarios, leer sus textos,
poner en evidencia el carácter de los modelos historiográficos fosilizados que
circulaban; y, sin duda, cabe celebrar que al fin hayan quebrado, como dices.
A partir de este fundamento, el relato
histórico se podría luego articular desde distintas perspectivas, de muchas
formas diferentes. En todo caso, siempre habría que partir de los poemas y de
los y las poetas, ¿no? Si se partiera de cómo responden a determinados nudos
teóricos, quizá estuviéramos juzgándolos a partir de una poética que no sería
la suya, sino la del historiador. Pero no lo excluyo, te confieso que no he
pensado mucho sobre ello; me he sentido siempre más crítico o teórico que
historiador.
LRA.- En uno de tus
artículos apuntas el parecer de que, como en el caso del autor, la escritura
crítica supone lecturas y relecturas desbordantes que van conformando al propio
crítico. Es decir: el lector-crítico iría haciéndose como sujeto de lectura.
Echando un momento la vista atrás, ¿crees que de algún modo has dejado en tus
ensayos las trazas de algún tipo de relato vivencial o confesional? (Entendidos
ambos adjetivos como vía de auto-conocimiento y no como simple testimonio de
datos biográficos.) Sé que fuerzo un tanto tu respuesta al recordar aquí una
frase del primer ensayo de La palabra sabe: «la preocupación por la vida es lo único que me induce a plantearme
las cuestiones literarias». Disculpa el pie forzado.
Bueno, los sujetos, de
cualquier índole que sean, siempre están haciéndose, los de lectura y los de la
vida. No sé a cuál de mis textos te refieres; pero creo haber hablado más de un
ir haciéndose la propia lectura que del crítico como sujeto. La lectura de
poesía, pienso, es lenta, se va decantando a través del tiempo, a fuerza de
volver sobre sí misma, de encontrarse una y otra vez con el mismo texto, con
los mismos autores. Es en este sentido en el que un crítico puede verse ante
una sucesión de lecturas suyas que le devuelven una sensación, una conciencia
de paso del tiempo y que, en esa medida, le hablan de su propia vida, del
discurrir de los años que ha dedicado a ese trabajo de leer a los demás. Los
elementos personales que he podido dejar en mi trabajo crítico serían de este
orden, no relatos de carácter autobiográfico; el que haya, esporádicamente, un
dato personal –y, sin duda, los hay– no compone relato ni busca un desarrollo
de esa clase. La “preocupación por la vida” no es narrativa ni
autorreferencial, sino más bien existencial o política.
LRA.-
¿Hasta qué punto las expresiones artísticas actuales, y más concretamente
los textos poéticos, han de reaccionar a las quebraduras sociales y económicas de
estos años? En tu caso, ¿sientes que tu decir poético responde, se resiente o
se entromete en los conflictos sociales recientes?
Me parece que en parte ya he respondido. Entiendo
que una situación tan dura como la de los últimos años, las formas de injusticia
tan agudas y manifiestas que estamos viviendo, pueden favorecer la toma de
conciencia social y política de muchas personas, y eso es alentador y positivo.
Pero, a tu pregunta, yo diría que la poesía no ha de reaccionar ni más ni menos
ahora que en otros tiempos o siempre. Por una parte, la injusticia y la
opresión, el sistema, no son nuevos; por otra parte, como ya dije, para
la poesía no es decisivo lo temático. El trabajo del poeta es la construcción
de su lengua y es ese trabajo el que tiene –no sus temas ni tampoco sus
intenciones– sentido político. “Los conflictos sociales” siempre están en el
fondo de mi poesía, pero de este modo; temáticamente, pueden aparecer también, por
temporadas aparecen bastante, como cualquier otro aspecto de la realidad que
vivo o que querría vivir.
LRA.-
¿Crees posible encontrar modos de expresión poética en los nuevos lenguajes
digitales?
Soy un simple usuario de los ordenadores y de
algunas de sus aplicaciones, no tengo conocimiento técnico sobre “los nuevos
lenguajes digitales”. Pero resulta indudable que, en cualquier tipo de
lenguaje, pueden surgir modos de expresión estética. De todas formas, prefiero
reservar la palabra poesía para la expresión verbal, sea en formato digital
o no.
LRA.-
¿Podrías esbozar algún tipo de panorama actual de la poesía española? Y, si es
posible, ¿trazar algún tipo de línea para el futuro?
No veo que exista, al margen de términos
sociológicos, estadísticos o periodísticos, la “poesía española”, ningún
movimiento de conjunto que responda a esa etiqueta. Me interesa mucho lo que
algunos poetas españoles hacen, y trato de estar atento a las propuestas
nuevas; pero –como te digo– lo que me atrae es la singularidad de cada caso, de
cada nombre, cuando se da, no el trazado de líneas generales.
¶
dos poemas
ES una noche de lluvia,
el
agua hace ondas al rodar
cuesta
abajo y tamborilea
sobre
nosotros. Hace ondas
un
frío por la espalda, el profundo
paisaje
de negruras más o menos
espesas;
lo que vive
está
dentro del ojo.
La
rama y su vuelo atado,
las
dudas de si llegará
marzo,
el camarero languidece
en
el local vacío, las monjas
aun
se colocan otra tela blanca
sobre
la toca y el hábito blancos, y una
se
gira ocultando el rostro, nos habla
como
si no lo hiciera. Rama de marzo,
ritos virtuales del vuelo.
Tienda de
fieltro
Barcelona, DVD, 2004
¶
CUANDO se acerca marzo,
el
invierno en sus últimas mañanas
se
finge desvalido; la certeza
de
la helada nocturna lo protege
de
los bordes de sol que, entre esqueletos
de
geranios, se amplían.
Pero
el viento descubre
la
fuerza oculta y agónica del tiempo,
acabándose
siempre,
el
mismo siempre. Es su mirada terca
la
que nunca renuncia, la que lima
los
destellos de luz en la pintura,
desviste
los objetos,
los
pule de apariencias, incoloros.
Invernales
Ayuntamiento de Alcalá la Real, 1985
(reedición parcial: Para una teoría del color.
Gijón-Oviedo, Nómadas, 1995)
¶
Miguel Casado (Valladolid,
España, 1954) es autor de una amplia obra poética, crítica y de traducción.
Como poeta ha publicado Invernales, La
condición de pasajero, Inventario (Premio Hiperión 1987), Falso movimiento, La
mujer automática y Tienda de fieltro; sus poemas se han traducido a
varios idiomas, y han sido recogidos en numerosas antologías y revistas. Su escritura crítica se recoge, por una
parte, en las ediciones de Antonio Gamoneda, José-Miguel Ullán y Vicente Núñez;
por otra parte, en volúmenes de ensayo como Del caminar sobre hielo; La puerta azul; La poesía como pensamiento; Deseo de
realidad; Los artículos de la polémica y otros textos sobre poesía; Valle-Inclán;
El curso de la edad; La experiencia de lo extranjero, y La
palabra sabe. Actualmente publica la columna “Tienda de fieltro” en El
Norte de Castilla y en la revista mexicana Periódico de Poesía. Su trabajo como traductor se ha centrado en
libros de Paul Verlaine, Arthur Rimbaud o Francis Ponge, entre otros poetas
franceses; y en los ensayos de Baudelaire, Mallarmé y Valéry incluidos en el
volumen Matemática tiniebla. Genealogía de la poesía moderna. Acaba de aparecer, traducido en
colaboración con Olvido García Valdés, El resto del viaje y otros poemas, de Bernard Noël. Igualmente, ha
participado en la dirección de revistas como Los Infolios, El signo del gorrión o Hablar/Falar de Poesia; ha codirigido, entre otros, los ciclos
“Poetas para pensar el siglo”, celebrado en el Círculo de Bellas Artes de
Madrid, entre 2001 y 2004, y “La poesía, lugar de encuentro”, en el Museo
Sefardí de Toledo. Forma parte del proyecto “Estudios de Poética” que se puso
en marcha en Madrid en noviembre de 2013.