25.2.11

circe maia / poemas de caraguatá

I

A la hora final
cada uno tendrá su pequeño paisaje
para borrar con él esa penumbra
de habitación de enfermo.

Este trozo de río no está mal, por ejemplo,
para guardarlo así: las costas verdes
rodeándolo, brillante, silencioso.

Y son dos movimientos:
mientras el bote avanza
sin ruido, hacia delante,
la imagen, al contrario,
va hacia atrás, silenciosa,
abriendo el pensamiento
y ancla profundamente.

Cuando toque soltar amarras
de una vez para siempre
el viajero no habrá de ver los muros
–frascos, cama, remedios–
sino este río inmóvil
bajo la luz del sol, resplandeciente.


II

Pequeños paraísos imperfectos
y aún así, aún así, paradisíacos
instantes frágiles.

Rodeado a ciertas horas por extrañas
perfecciones de corta duración, de imprevista
llegada, sorprendido
por un tono de luz inesperado
que alumbra el aire inmóvil.

(De los árboles sale olor de lluvia
un olor de humedad y de madera)

Suspendida en el aire
una hoja de sauce tiembla y gira.
Una tela de araña la sostiene.
La tela es invisible.
La hoja es como un signo
amarillo en el aire

y gira.


III

Varios relojes invisibles miden
el pasaje de distintos tiempos.
Tiempo lento: las piedras
vueltas arena y cauce
del río.

Tiempo
de estiramientos:
despacioso, invisible
el reloj vegetal da la hora verde
la hora roja y dorada, la morada,
la cenicienta.

Todas acompasadas, silenciosas
o con un son oscuro, que no oímos.

Apoyado a la vez en roca y árbol
un ser de parpadeos y latidos
un ser hecho de polvo de memoria
está allí detenido.

Y quiere penetrar disimuladamente
en otro ritmo, en otro tiempo
ajeno.


IV

Cabeza y cola de un celeste
brillo metálico.
Cuerpo y alas finísimos.
Vuelan de a dos, sin ruido.
Las ramas crujen bajo el pie. Zumbidos
de otros insectos, gritos agudos de los pájaros
rumor del agua y del follaje, viento.
Aun cerrando los ojos, todo existe.
Es un ruido, un olor de tierra y agua
un frescor en la piel...
Sólo ellas solas
se dan sólo a los ojos, fugazmente.
Pequeño, fino vuelo silencioso
celestes rayas rápidas.
Aquí y ya no. Ahora y ya no más.
Libélulas.


V

Río y monte cubiertos de niebla
ingresan fácilmente en lo «ya visto»
se vuelcan sin conflicto en el recuerdo.
Vienen ya tan modestamente
descoloridos! Tan apenas
anuncian su presencia. Nada imponen.
Sugieren vagamente,
sin mayor convicción, como si hablaran
–lenguaje de la niebla– a medio tono.
Claro que pueden despertar angustia
pero sólo al querer forzarlos, revelarlos.
Déjala así. Acepta esta luz blanda.
Deja a la venda húmeda que toque
el ojo herido.
Déjala.


VI

Nada alto, filoso ni blanco.
Sólo estas verdes lomas, esos conos truncados
que parecen mostrar murallones y ruinas.
Se sube así nomás, no es una hazaña
trepar allí donde se ve en redondo
un horizonte circular remoto.
El verde fuerte asalta.
Atropella el azul. Estás parado
en el centro del día transparente.
Estás vestido de una luz redonda.
El aire te sostiene.




Circe Maia nació en 1932 en Montevideo y reside desde hace años en la ciudad de Tacuarembó. Después de haber estudiado Filosofía en la Facultad de Humanidades y Ciencias, se dedicó profesionalmente a la docencia en la Enseñanza Media. Es miembro de la Academia de las Letras de Uruguay.

Su obra poética, iniciada en 1958 con la publicación de En el tiempo, comprende nueve títulos, incluido el libro en prosa Destrucciones (1986), y aparece recopilada en Obra poética (Montevideo, Rebeca Linke Editoras, 2007, 2010), cuya primera edición mereció el Premio Nacional de Poesía de Uruguay.

Ha traducido al español a diversos autores en lengua inglesa y griega. En 1999 la editorial Norma publicó su traducción de Measure for Measure de Shakespeare. En 2001 la editorial inglesa Brindin Press publicó una antología de más de setenta poemas (Yesterday A Eucalyptus) seleccionados y traducidos por Brian Cole. Tres años más tarde The University of Chicago Press editó la traducción inglesa de su novela corta Un viaje a Salto (1986).

La secuencia «Poemas de Caraguatá» se incluyó originalmente en su libro Dos Voces (Montevideo, Siete Poetas Hispanoamericanos, 1981).

Desde hace años mantiene en la red la página personal http://circemaia.org/.

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