carlos medrano / 5
poemas
Ser consciente de nuestra naturaleza
transitoria no impide al autor (tal vez lo acucie) a echar la vida sobre el
tablero del lenguaje (¿o es a la inversa?). De otra forma: la impermanencia del
rapto vale tanto como la evidencia del rastro (el de aquella voz que nos unió
al “mediodía limpio”). Transitoriedad y transitividad de la poesía.
¶
Advertencia
De pronto unas palabras
dignas de
rescatarse.
Y dichas para
nadie
sólo las leen
tus ojos.
Deja que sea el
olvido
quien así las
disperse.
Porque quien las
recuerde
percibirá por
siempre
el daño que
perdura
sobre la piel
del aire.
Hay veces que lo
escrito
no busca
permanencia
como ocurre en
las voces.
Si lees estos
confines,
en su silencio
huye.
No menciones la
herida
por más que la
belleza
de su nombre te
hechice.
¶
Ante el invierno
Soy el superviviente de mí mismo.
Con los años cada pasión
alcanza su vacío,
pureza o levedad
con la que ven mis ojos
tibios y preparados para mirar
más lejos.
Sólo la voz contiene -y ejerce-
ahora todo.
Y el cuerpo deja el rastro
lineal del silencio,
del hermoso sentido lúcido de
un destello
al mediodía limpio sin declive
vivido.
Como escalar el tiempo bajo esa
necesaria
comprensión del que sabe que el
triunfo era otro.
¶
TRAVESÍA
Tus palabras son bellas.
Dime si me
devuelven lo perdido.
Ahora suenan,
vibran como las
hojas
que anticipan lo
nuevo.
Repiten en el
aire
su mejor
plenilunio.
Y dejan en los
dedos
un reflejo
distinto
al que acudir
por siempre.
Las palabras no
dichas
ni poseen el
silencio,
ni el tiempo que
declina
las conoce.
Lejos de lo
inmanente,
oscurecen los
límites,
sobrecogen los
gestos
cuando cruzan la
tarde.
¶
Junto al agua
Las señales sagradas de cada día,
por ejemplo, unas piedras
rodadas bajo el agua,
la luz que en apariencia no
declina,
el tiempo vuelto aroma de las
rosas,
lugares que se abren
y figuras.
Falta sólo la voz que si la
dibujara
me daría por siempre
la belleza y sus formas.
¶
Alacena
Nos aferramos a sensaciones básicas:
así ahora,
una naranja dulce
mordida al mediodía.
Intensa miniatura
donde ofrece la vida
esta paciente pulpa.
La intemperie no impedirá otras calmas:
en las cálidas formas
posibles, pasajeras,
asomadas al tiempo
del sabor de las horas protegidas.
¶
carlos medrano (Salamanca, 1961). Mi vida ha
transcurrido entre Extremadura, Valladolid y Mallorca donde hace ya largos años
resido. Si el papel impreso o las ediciones en libro dan carta de existencia a
un escritor, títulos como Corro (Badajoz, 1987), Las horas próximas (Badajoz,
1989), A
lo breve (Mérida, 1990),
Imágenes,
encuentros (Valladolid, 1996), o Poemas -una
selección para un aula literaria- (Navalvillar de Pela, 1996) recogen, con más
o menor fortuna, esa parte emergida de mi obra, si admitimos el espejismo.
Recientemente, en 2013 fui incluido en una antología de autores vallisoletanos,
Sentados o
de pie, 9 poetas en su sitio, publicada por la Fundación Jorge Guillén, cuya
soterrada existencia me confirma de nuevo mi
extraña sensación sobre la normalidad literaria.
Tras unos años de silencio, en septiembre de 2010 abrí un blog, isla de lápices, que ha ido recogiendo con cercanía a su momento de escritura los nuevos poemas (a la vez que rescataba algunos anteriores) y así, por encima del largo sueño de los cuadernos en casa, lo escrito podía llegar a través de este soporte en la red a un más abierto campo de lectores. Con algunas ventajas, como que el blog otorga al autor ser el editor de sus textos y así sólo depende de él su cuidado, permite el proceso vivo de incorporar cualquier cambio, y el placer añadido del diálogo creativo con algunos lectores, más inmediato y directo por la naturaleza de este medio. La literatura también es amistad y, a veces, afortunado diálogo.
Tras unos años de silencio, en septiembre de 2010 abrí un blog, isla de lápices, que ha ido recogiendo con cercanía a su momento de escritura los nuevos poemas (a la vez que rescataba algunos anteriores) y así, por encima del largo sueño de los cuadernos en casa, lo escrito podía llegar a través de este soporte en la red a un más abierto campo de lectores. Con algunas ventajas, como que el blog otorga al autor ser el editor de sus textos y así sólo depende de él su cuidado, permite el proceso vivo de incorporar cualquier cambio, y el placer añadido del diálogo creativo con algunos lectores, más inmediato y directo por la naturaleza de este medio. La literatura también es amistad y, a veces, afortunado diálogo.